El Yoga es universal. Desde sus orígenes fue concebido como una metodología de guía y servicio a la Humanidad.
El Yoga actúa de forma holística. Los beneficios que los ejercicios yóguicos aportan a nivel corporal son muy conocidos y apreciados hoy en día.
Cada vez acuden mas alumnos a las clases siguiendo los consejos de los profesionales de la salud.
Por otra parte el Yoga también es un sistema de autoconocimiento y desarrollo personal, que se propone construir y estabilizar una base sólida para progresar.
Así pues, se puede considerar el Yoga como un método que tiene en cuenta a la persona en todos sus aspectos y favorece su evolución.
El Yoga se puede enfocar de diferentes modos dependiendo del punto de partida y de los procesos vitales del practicante.
Cada persona posee unas características según el sexo, la edad, la morfología física, los aspectos psicológicos, las motivaciones e intereses de búsqueda...
por lo que el camino es siempre único.
La transmisión de esta enseñanza supone el encuentro entre dos personas: el profesor y el alumno. Una relación cuyas bases fundamentales son el respeto y la confianza mutua.
El papel del profesor consiste en tender el puente adecuado para que el alumno conecte con la enseñanza yóguica a su propio ritmo, según sus requerimientos y de forma gradual.
Teniendo en cuenta las condiciones de vida de la sociedad actual, especialmente en las grandes ciudades, esta sabiduría milenaria tiene la capacidad de mantener vivos los valores que posibilitan una "auténtica calidad" de vida.
